domingo, 11 de julio de 2010

CONSEJOS EVANGELICOS

EE2006_0124_07h_Pobreza

Siete Aguas, 24 de enero de 2006, 07h

Tema: Los Consejos Evangélicos

  1. Introducción a los Consejos evangélicos.

En esta segunda etapa de Ejercicios, en diálogo amoroso con nuestro Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y siempre acompañados de María, estamos comiéndonos poco a poco el librito de nuestras Constituciones Verbum Dei (Palabra de Dios), compendio y síntesis de lo esencial e imprescindible para la consagración de nuestra vida en este carisma.

Hemos orado sobre la identidad, el carisma específico, la oración, el ministerio de la Palabra, el testimonio de vida y las fuentes de espiritualidad. Ahora nos adentramos en los Consejos evangélicos de Pobreza, Castidad y Obediencia. Así vamos comiendo y asimilando nuestro librito tan pequeño, tan denso, tan vital.

Recordamos las palabras del Apocalipsis 10,8-10: Y la voz que había oído desde el cielo me hablaba de nuevo diciendo: Vete y toma el libro que tiene abierto en su mano el ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra. Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el libro y me respondió: Toma, cómetelo: te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel. Tomé el libro de la mano del ángel y lo comí. Y resultó dulce como la miel en mi boca, pero cuando lo hube comido, se llenaron mis entrañas de amargor. Y alguien me dijo: Tienes aún que profetizar sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.

En EE, la oración sucede en este sucederse de dulce y amargo, dulce porque el Señor nos habla, amargo porque sus palabras tocan nuestra vida y la de los demás, y nos llevan a poner nuestras vidas a tono. No es fácil reorientar nuestra vida desde sus consejos evangélicos. El nos encarga la misión de transformar este mundo en el Reino de Dios, de anunciar los valores del Reino, pero, por experiencia, sabemos que no son fáciles de vivir, de encarnar y de transmitir. Es una gracia inmensa comprender el valor de los consejos evangélicos (Est 281-293; CFMVD 68-69).

La propuesta de los consejos evangélicos, es decir, la libertad de las cosas (pobreza), la libertad de las personas (castidad), la libertad del propio yo (obediencia) nos fascina, pero no nos resulta fácil. A contraluz de la vida de Jesús, de su vivencia del Reino, y de su invitación a vivir libres de todo, de todos y de nosotros mismos, meditaremos los consejos evangélicos, a fin de poder convivir y anunciar el Reino con una pureza total de corazón y libertad de espíritu, para repetir en sus (nuestras) vidas el amor universal, desinteresado y sacrificado de Jesús y como signo clarísimo del Reino de los cielos. (CFMVD 68).

La vivencia de los consejos evangélicos es para el mundo la prueba y argumento más palpable y cercano y la evangelización más viva e interpelante de la existencia de Dios y de la talla, fuerza, valor, y poder de este Dios en el corazón del hombre. Es la mejor revelación del rostro d Dios a toda la humanidad y expresión clara de lo que supone, mide y pesa para nosotros Jesús de Nazaret. (CFMVD 69).

IV CONSEJOS EVANGELICOS

281. Los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obedien­cia no forman más que el marco adecuado, el clima y ambiente propio de la consagración total y exclusiva de la persona a Dios de forma real y efectiva[1].

282. La pobreza, castidad y obediencia evangélicas ofrecen el mejor signo y transparencia de la consagración a Dios, de la vivencia y convivencia plenificante de Dios con nosotros y en nosotros mismos[2].

283. La práctica efectiva de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, por el Reino de los Cielos, es la realización perfecta del seguimiento de Jesús para vivir a solas con El y sólo de su Amor[3].

284. Renunciar, en nombre del Evangelio, a las criaturas: cosas, personas y a nosotros mismos, si no fuera por Jesús y para vivir de El, no sería cristiano ni humano[4]. Truncaría a la propia persona y sería un fraude para los demás y para la Iglesia.

285. Todo el sentido y razón de los consejos evangélicos es la concentración de todo nuestro ser: mente, corazón, alma y fuerzas[5] sólo y a solas en el Amor de Cristo para un íntima unión interpersonal y transformante con El, sin mezcla alguna de otro amor.

286. La primera y principal función de los consejos evangéli­cos es romper toda esclavitud y dependencia de las criaturas para dejar el corazón libre sólo para Dios. Constituye el cumplimiento perfecto del primer y segundo mandamientos, plenitud de la Ley[6]. Esto es, el amor en su perfección, estado de caridad perfecta. Es el derecho y poder que confie­re el bautismo a todo cristiano.

287. La realización efectiva de la pobreza, castidad y obe­diencia rompe los vínculos que nos atan, comprometen y enre­dan con cosas, personas y nosotros mismos. El corazón, libre y sin compromiso alguno, queda así plenamente disponible para el diálogo interpersonal, comprometido y esponsalicio con Dios en la Persona de Cristo, que hace de los dos un sólo amor[7].

288. De ahí que el objetivo propio, inmediato y permanente de los consejos evangélicos sea introducirnos en el desierto de todo[8] para el ejercicio y vida de oración y unión con Dios. Esto es, tratar muchas veces de amistad con El para experi­mentar su amor y gustar cuán bueno es el Señor[9]. Vivir de su Amor como estado de vida cuando se hace profesión perpe­tua.

289. Bien entendidos y vividos los consejos evangélicos son ante el mundo el anuncio más claro y fuerte del ideal supremo y trascendente del hombre, del Reino de los cielos iniciado y vivido dentro de nosotros mismos. Los consejos convividos en fraternidad, expresan la plenitud del Reino de Dios en este mundo[10].

290. La convivencia de los consejos evangélicos es para los hombres la prueba y argumento más palpable y cercano y la evangelización más viva e interpelante de la existencia de Dios y de la talla, fuerza, valor y poder de este Dios en el corazón del hombre. Es la mejor revelación del rostro de Dios a toda la humanidad y expresión clara de lo que supone, mide y pesa para nosotros Jesús de Nazaret[11].

291. La vivencia de los consejos evangélicos es la meta e ideal supremo de culto que puede el hombre tributar a Dios: La dedicación y consagración total y exclusiva a El de toda la persona: "Os exhorto pues a que ofrezcáis vuestros cuerpos como víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien, transformaos"[12]

292. La profesión de los consejos evangélicos es la declara­ción de amor más fuerte -comparable al martirio- y recíproca entre Jesús y la persona, el pacto y alianza eterna, las bodas definitivas con Jesús de Nazaret[13]. El mismo Señor se da en herencia y patrimonio[14] y la persona pasa a ser pro­piedad del Señor[15]. Ya no será jamás tierra de nadie, aban­donada[16]. Será lote favorecido, huerto cerrado para el Cordero que se apacienta entre lirios[17].

293. La profesión realiza el gran Sacramento -y este es su sacramento, el de Cristo con su Iglesia- que hace de los dos una sola carne y un solo espíritu[18]. Toda la persona consa­grada por los votos pasa a ser carne y sangre de Jesús en su misma patena y cáliz. Formamos ya una sola hostia y víctima con El, reproducción de su Amor eucarístico, universal, gratuito, sacrificado e inmolado para salvación de todos. En Jesús y con Jesús la persona así consagrada pasa a ser vida de precio y destino redentor.

Fijos los ojos en Jesús (Hb 12,2), queremos en este día contemplarle pobre. Verle pobre, escucharle a El, que nos aconseja la vivencia de la pobreza evangélica. Comprender las razones y adquirir motivaciones para la vivencia de nuestra pobreza evangélica. Reorientar la vida concretando la vivencia real de la pobreza evangélica. Enseñar a otros la bienaventuranza de la pobreza evangélica, y convencer a otros de la fuerza del seguimiento de Jesús pobre (CFMVD 70-78).

CFMVD 70: Para imitar más de cerca de Jesús, que nació, vivió y murió en suma pobreza, y para amar con sinceridad y de forma afectiva a los hermanos, practicaremos la pobreza evangélica. Así participaremos de la propia pobreza de Cristo, el cual siendo rico se hizo pobre por nosotros, a fin de que por su pobreza nos enriqueciésemos (2Co 8,9).

CFMVD 71: La caridad para con Dios y con el prójimo es el marco de nuestra pobreza personal y comunitaria. El amor al Cristo total nos exige, hoy y siempre, una pobreza extrema real y efectiva.

La pobreza no es un castigo, no es un mal, sino una bienaventuranza. La bienaventuranza de las carencias por el Reino.

Mt 5,1. Felices los pobres porque de ellos es el Reino de los cielos. (Mt 5,1-12) y Lc 6,20-23).

¿Cómo es que se puede ser feliz entre carencias? Por no darles el valor absoluto a estas carencias, sino el valor relativo.

Mt, 6,33: Busca primero el Reino de Dios y lo demás se te dará por añadidura.

“Para que puedas seguir a Jesús, y ser su discípulo, previo a matricularse en su escuela de seguimiento, quiere que le ofrezcas tu corazón deslindado de todas las cosas, de todas las personas y de ti mismo. ¡Bien deslindado! Y una vez en su Escuela, ir apretando a fin de que todo nuestro ser ” (JB)

Los Consejos evangélicos.

La Imitación de Jesús pobre, referencia de nuestra pobreza.

Fundamentación bíblica del consejo evangélico de la pobreza

Conversión al Consejo evangélico de la Pobreza

Plasmaciones concretas de la pobreza evangélica

Transmisión viva del consejo evangélico de la pobreza.

1. La Contemplación de Jesús pobre, referencia de nuestra pobreza.

Fundamentación bíblica del consejo evangélico de la pobreza

Conversión al Consejo evangélico de la Pobreza

Plasmaciones concretas de la pobreza evangélica

Transmisión viva del consejo evangélico de la pobreza.



[1] Cfr. L.G. 44.

[2] Cfr. L.G. 42.

[3] Cfr. P.C. 5; Mc 10,21.

[4] Cfr. L.G. 46; P.C. 6.

[5] Cfr. Lc 10,27.

[6] Cfr. Mt 22,37-40.

[7] Cfr. 1 Cor 7,32-35.

[8] Cfr. Os 2,16.

[9] Cfr. Sal 34,9.

[10] Cfr. Lc 17,21.

[11] Cfr. L.G. 50.

[12] Rom 12,1-2.

[13] Cfr. Is 62,5; Ap 19,7.

[14] Cfr. Sal 16.

[15] Cfr. Dt 7,6.

[16] Cfr. Is 62,4.

[17] Cfr. Ct 4,12; 6,3.

[18] Cfr. Ef 5,31-32; 1 Cor 6,17.

No hay comentarios:

Publicar un comentario